jueves, 1 de mayo de 2014

El Dia eterno

El teléfono móvil comenzó a vibrar sobre la mesita de noche. Me despertó el zumbido. "Travis" dije en voz baja mientras leía la pantalla.-Eh Jack, ¿estabas durmiendo? ¿Te acuerdas de Sara? Tienes que venir tío, se ha metido en un lío de cojones y dice que solo tú puedes ayudarla.
- Travis, son las tres de la mañana colega- dije mientras apartaba la cabeza del móvil para mirar la hora- ¿Qué ha pasado? ¿Hace 3 años que desapareció de mi vida sin decir nada y ahora necesita mi ayuda? ¡Que le den tío!
-¡Jack sabes que no te llamaría si no fuera importante! Tienes 5 minutos para vestirte y bajar ¡Vamos! ¿Aun tienes el reloj que te regaló?
- Sí, claro que lo tengo.
-Tráelo.
Cogí los pantalones que había tirados en el suelo y me los puse tan rápido como pude. El puto frió me estaba helando hasta los huesos así que no tarde mucho tiempo en estar bien abrigado. Me acerqué al cajón de los calcetines y arrastré lentamente la mano por el fondo hasta dar con el reloj. Cogí el móvil y las llaves y me aseguré de que la cartera estuviera aun en el bolsillo trasero del pantalón. Justo cuando estaba a punto de salir escuché algo en la calle. Eran los militares de siempre, ya casi reconocía a cada uno de ellos por su voz. Había alguien en un coche justo frente a mi puerta con el motor encendido. Fue entonces, cuando al bajar las escaleras del primer piso, me sonó de nuevo el móvil. Alcé la mirada y vi a Travis a través de la puerta del portal al volante del Ford Kuga de Sara. Me entraron ganas de correr. Al salir a la calle la luz me cegó casi por completo. Mis ojos aún no se habían acostumbrado del todo a la situación y busqué a ciegas el pomo de la puerta del coche. Nunca imaginé que pudiera echar tanto de menos la oscuridad de la noche. Una vez dentro miré a Travis. Apenas apartó sus ojos de los guardias que patrullaban la calle cuando entré.  El chico que vi era bien distinto al presumido mujeriego de ojos verdes al que yo estaba acostumbrado. Parecía cansado y estaba hecho un asco. Su cara, cubierta por la barba, reflejaba una despreocupación por su aspecto insólita en él. De hecho creo que era la primera vez que lo veía realmente serio. Fue justo en ese momento, al ver su rostro, cuando me di cuenta de que fuera lo que fuera que estuviese pasando era importante. Aceleró y casi sin pestañear giró a la izquierda. Salimos a una de las calles dirección a las afueras de la ciudad.
-¿Que está pasando Travis? ¿Qué haces tú con el coche de Sara? -Pude darme cuenta de que miraba constantemente los retrovisores, como cuando crees que te están siguiendo en las películas-.
-¿Estás bien tío?
- Jack, ¿cuándo estuviste saliendo con Sara te dijo alguna vez en que estaba trabajando?
- Me dijo que trabajaba para una empresa muy importante de bases de datos, suministros y materiales informáticos... ¿Por qué me lo preguntas? y ¿a dónde vamos? Me estas asustando.
- ¿Y si te dijera que Sara no trabajaba haciendo bases de datos? ¿Y si te dijera que durante todos estos años ha sido una Agente del Gobierno de los Estados Unidos?
- ¿Que me estas contando tío? ¿Cómo sabes tú eso? Espero que esto no sea una broma Travis, porque no tiene ninguna gracia.
- Ya casi hemos llegado...
Durante algunos minutos más atravesamos las carreteras secundarias que se internaban en el bosque de Lancaster State. Inconscientemente miraba hacia el cielo atraído por la oscuridad tratando de ver las estrellas como un tonto, sin darme cuenta de que no era de noche. Un par de horas más tarde llegamos hasta una cabañita de madera y Travis aparcó el coche.

Habían pasado ya un mes desde que las luces aparecieron en el cielo. El ejército ha cercado toda la ciudad y ha establecido controles en todas las salidas. El gobierno no ha dado ninguna información al respecto y, cada vez más, se oyen rumores de todo tipo. Pero lo cierto es que nadie puede asegurar lo que nos está aconteciendo en este momento tan inoportuno. Nos encontramos a un paso de la 3ª Guerra mundial. El delgado hilo diplomático que unía Rusia y EEUU se ha roto y el mundo se prepara para la gran tormenta que se avecina. La península de Crimea ha caído en manos de una guerrilla llamada "Los Libertadores".  Y las cosas se están poniendo cada vez más tensas entre las grandes potencias mundiales.
Han aparecido luces en casi todas las capitales del mundo moderno. Y nadie puede entrar o salir de su país sin un permiso especial. Los aviones ya no surcan el cielo. Y los militares recorren las calles vigilando a la población como si de perros guardianes se trataran.

-Es aquí. Vamos. –Dijo Travis mientras se bajaba del coche. Con paso firme se dirigió hasta la puerta de la cabaña y entró. No sabía que cojones estaba pasando y aun así no podía dejar de pensar en ella. Me bajé también y entré en la cabaña. Ahí estaba. De pié junto a una mesa, mirándome. Aquella preciosidad de pelo negro y ojos rasgados se encontraba ante mí sonriéndome como si nada hubiera pasado.
-¡Jack! Gracias por venir. –dijo con cariño, como si no fuera consciente de que, por ella, iría donde fuese. –¿Cómo estás? Creo que será mejor que te sientes…  Sé qué hace tiempo me marché sin darte ninguna explicación y créeme cuando te digo que no fue fácil para mí. Pero creo que lo comprenderás cuando oigas lo que tengo que decir. No tenemos mucho tiempo así que seré breve.  ¿Cómo te lo digo? Verás, hace tiempo, cuando aún estábamos juntos, el gobierno descubrió en el fondo del Océano Atlántico restos de una raza que habitó el planeta mucho antes que el ser humano. El gobierno movilizó unas grandes maniobras militares frente a Florida para ocultar el gran operativo científico destinado a la investigación del suceso. Fuimos muchos los que participamos en estas operaciones y pocos los que volvimos a nuestras casas después de lo que hallamos allí. Nuestra sorpresa fue que cuan... –el sonido de unos coches la detuvo.
 – ¿¡Sara Baner!? Somos agentes del FBI, sabemos que está ahí, salga con las manos en alto y no haga ninguna tontería.
-¡¡Travis me dijiste que no te habían seguido!! –susurró casi gritando mientras yo me levantaba de la silla atónito por lo que me estaba contando.  
- ¡Y pensaba que así era! ¿Qué vamos a hacer? Deben de haber estado vigilando a Jack.
-¡Rápido! ¿¡Jack has traído el reloj que te regale!? –Me dijo. -¡Dámelo! –Travis se apresuró y comenzó a sacar algo de la mochila. Aun no podía creer lo que estaba pasando. Entre los árboles, aparecieron dos furgones SWATS y oí un helicóptero pasar sobre las copas de los árboles. Sara cogió mi reloj, lo tiró al suelo y lo piso fuertemente dejando al descubierto entre los fragmentos un pequeño cristal irregular que se hallaba en su interior. Recogió el cristalito entre sus delicados dedos y lo introdujo en lo que parecía ser una pieza rectangular de mármol negro.  
-¡Acercaos, rápido! –Fue entonces cuando el artefacto comenzó a brillar y a zumbar.
 A partir de aquí solo recuerdo la puerta abrirse y ver como una granada entraba rodando por ella y me dejaba ciego. No sé cómo hemos llegado aquí, ni que es lo que ha pasado. Pero si de algo estoy seguro es de que este lugar no se parece en nada a Boston.

2 comentarios:

  1. Guau!!! Me ha encantado!!!
    Escribe más porfavor que ya me has enganchado xD haha
    Enhorabuena por la entrada y ánimo!!!

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